Con motivo del homenaje al saltador Pipe Areta en el 60 aniversario de su histórica participación en Tokio 1964, la Universidad Complutense de Madrid ha recuperado el foso de salto de longitud de la pista de ceniza y el Memorial de Atletismo Miguel de la Quadra-Salcedo programa nuevas actividades para celebrarlo, entre las que destaca la recuperación del antiguo salto sin impulso de la mano de atletas como Loles Vives, Patricia Sarrapio y Ruth Beitia.


Por José Javier Etayo, presidente de la Asociación Española de Estadísticos de Atletismo (AEEA)
En un paso más para seguir cuidando y protegiendo el valor de su histórica pista de ceniza que data de 1931, la Universidad Complutense de Madrid ha realizado un importante esfuerzo por reformar el antiguo pasillo y el foso de salto de longitud.
Esta intervención se enmarca dentro de las actividades planteadas en la V edición del Memorial de Atletismo Miguel de la Quadra-Salcedo (11 de mayo) y que este año tendrá como principal homenajeado a Luis Felipe «Pipe» Areta con motivo del 60 aniversario de su histórica actuación en los Juegos Olímpicos de Tokio 1964.
De esta manera, Pipe Areta será homenajeado junto al mismo foso en el que desarrolló gran parte de la trayectoria atlética que le convirtió en una de las principales figuras de la historia del atletismo español y estará arropado de una gran parte de las estrellas del pasado, el presente y el futuro de nuestro atletismo, entre las que destacan los campeones olímpicos Ruth Beitia y Fermín Cacho.
Para celebrar la recuperación del foso, durante toda la mañana estarán allí las saltadoras Ruth Beitia, Patricia Sarrapio y Lole Vives saltando y aconsejando a todos los atletas que así lo deseen. Y, en un intento más por seguir recuperando las tradiciones históricas del atletismo, durante toda la jornada se promocionará la antigua modalidad de salto de longitud sin impulso, fundamental en el origen del olimpismo moderno.
En estos tiempos en que el atletismo acoge sin cesar nuevas modalidades, hay pruebas que se han olvidado casi por completo y que han desaparecido de todas las programaciones, a pesar de que hubo un día en que sus protagonistas alcanzaban gran fama y destacaban en los más importantes encuentros. Un ejemplo es el salto de longitud sin impulso, que incluso llegó a alcanzar más predicamento que sus hermanos, el salto de altura y el triple salto.
La longitud sin impulso tuvo su época dorada en el comienzo del siglo XX y fue prueba olímpica dentro del programa atlético desde 1900 hasta 1912. Se estrenó en París 1900 y el campeón fue el norteamericano Ray Ewry, que saltó 3,30 metros. Ewry fue sin duda la estrella de los saltos sin impulso. Llegó a estas pruebas después de sufrir de niño parálisis en las piernas, pero su esfuerzo se vio recompensado: en París no sólo ganó la longitud, sino la altura con un récord mundial de 1,65 y el triple con 10,58 metros. En Saint Louis 1904 repitió el título de longitud con el récord del mundo homologado por la IAAF de 3,47 metros, y nuevamente en altura y triple. En los Juegos Intercalados de Atenas 1906 no se celebró el triple, por lo que “sólo” logró dos victorias; altura, y longitud con 3,30 metros. Y finalmente consiguió el mismo doblete en Londres 1908 con 3,33 en longitud. Los saltos sin impulso se despidieron en Estocolmo 1912 y ahí ya no estuvo Ewry: el último campeón de longitud fue el griego Tsiclitiras con 3,37 metros. A la vuelta de la I Guerra Mundial la prueba desapareció de los Juegos Olímpicos.
Así empezó el declive de esta disciplina que la ha llevado a la virtual desaparición, hasta el punto que se puede decir que actualmente sólo se celebra en Noruega. La mejor marca que conocemos la posee, lógicamente, un noruego: Arve Tvervaag, que saltó 3,71 en pista cubierta el 11 de noviembre de 1968. También se practica en Estados Unidos, en particular en unos curiosos certámenes que organiza la liga de fútbol americano, donde uno de sus futbolistas saltó 3,73 metros el 23 de febrero de 2015.
También en España se practicó esta prueba en sus tiempos felices y fue parte de los iniciales Campeonatos de España. En 1917 quedó campeón Álvaro de Artola con 2,92 metros, por delante de Pompeyo Sevilla, que registró 2,88. Ambos dominarían la prueba, y también la altura sin impulso, durante esos años. En 1918 ganó Sevilla con con 2,86, y repitió en 1919 con 2,88. En 1920 no se celebró, pero volvió en los paupérrimos campeonatos de 1921, viendo la sorprendente victoria con 2,74 metros de Ignacio Izaguirre, que sumaba este título a los tres de lanzamientos. Y aquí se despidieron los saltos sin impulso del torneo nacional.
Por supuesto, la prueba ha tenido también su vertiente femenina. Así, en 1922 en los Juegos Mundiales Femeninos celebrados en París, venció la norteamericana Camille Sabie con 2,485 metros, que también fue tercera en el salto convencional con 4,96. En la segunda y última edición, disputada en 1926 en Gotemburgo, la ganadora de ambas pruebas de longitud fue la gran atleta japonesa Kinue Hitomi, con 2,49 y 5,50 metros, esta última récord mundial.
A partir de aquí, como en los hombres, el salto sin impulso pasó a la oscuridad y apenas se siguió practicando, salvo casos aislados como el de Noruega. La mejor marca femenina que conocemos pertenece a la noruega Annelin Mannes, que el 7 de marzo de 1981 saltó 2,92 metros en pista cubierta, cuando tenía sólo 16 años. Aunque aún más precoz fue un connacional suyo muy conocido por los aficionados al fútbol, Erling Haaland, que aún posee la mejor marca del mundo para atletas ¡de 5 años! con 1,63 metros.
Con esta nueva intervención patrimonial y con la recuperación de esta disciplina prácticamente olvidada, la Universidad Complutense de Madrid y el Memorial de Atletismo Miguel de la Quadra-Salcedo vuelven a dar un paso más en su apuesta para seguir recuperando los elementos arquitectónicos y las tradiciones que forman parte de la esencia de nuestro deporte.
¡Nos vemos en la pista de ceniza!






















